VISIONES ENCONTRADAS

Las dos semifinales de esta edición de Eurovisión no nos han deparado ninguna sorpresa musical. Han pasado los países que tenían que pasar. Incluso algunos que no estaban en las quinielas: Portugal (y su canción de anuncio de compresas) y Croacia (soporífera). Los favoritos demostraron que saben de qué va este concurso y cuáles son las mejores armas para ganar: estribillos potentes, una puesta en escena sólida e impactante y si cantas bien, mejor que mejor. Luego vendrán esos elementos que no se pueden controlar y que son fruto del azar y la geografía: el orden en el que subas al escenario (el pobre Shasa Son de Lituania lo tendrá crudo tras haberle correspondido actuar en primera posición), las puntuaciones de los países vecinos (especialmente los del Este y los Balcanes) y los votos de las personas inmigrantes repartidas por media Europa (el año pasado España le dio los 12 puntos a Rumania).

La traca la puso anoche TVE que decidió no emitir en directo la segunda semifinal tal y como marcan los reglamentos del Festival y no poner en marcha el televoto. Es más, la televisión pública mantenía en su web que el comienzo de la retransmisión comenzaría a las 21 h y en realidad comenzó una hora más tarde. El supuesto problema técnico se resolvió, curiosamente, en cuanto finalizó el partido del Master de Tenis de Madrid que enfrentaba a Verdasco con Mónaco en octavos de final (¿No existe Teledeporte para emitir estos insulsos y poco relevantes partidos?). Obviamente, la UER pedirá cuentas a TVE y decidirá hoy si le sanciona por no emitir en directo la semifinal.

Afortunadamente el streaming de la estupenda web oficial no falló y pudimos seguir la semifinal en directo aunque ver a Sakis en la pantalla del portátil no es ni parecido con verlo en la pantalla grande del salón.

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