VISIONES ENCONTRADAS

Todos tenemos nuestros pequeños (y grandes) “lados oscuros” y uno de los míos es seguir Eurovisión todos los años. Y no valen razones para dejar de verlo. Es algo que va incrustado en algún cromosoma. Seguro. Uno de mis recuerdos televisivos de cuando era pequeño es verme sentado en el suelo del salón de la casa de mi abuela con papel en mano viendo el festival en aquella tele en blanco y negro.

En la actualidad, con la fragmentación de la vieja Europa, se celebran dos semifinales con 18 y 19 países respectivamente. La primera esta misma noche. Y la segunda el jueves. De cada una de ellas pasan 10 a la final que se unen a las 5 que no compiten previamente: los cuatro países fundadores (que son los que habitualmente ocupan los últimos puestos en la clasificación final: Gran Bretaña, Francia, Alemania y España) y el país anfitrión. Esta gran final, como es tradicional, será el sábado 16 de mayo desde el impresionante escenario del Olimpiysky Arena de Moscú.

Tras la polémica con las votaciones de los últimos años en las que tanto los países del Este como los de los Balcanes se votan entre sí (algo que resulta bastante comprensible dada la proximidad tanto geográfica como cultural) en esta edición se ha optado por una formula mixta: el 50% de los puntos que otorga cada país será el resultado de las votaciones del público y el resto viene dado por los puntos de un jurado de “expertos”. Este hecho introduce una variable novedosa. Aún así lo probable es que los jurados estatales voten algo muy similar a lo que votan los ciudadanos de ese país. Lo veremos.

La extremeña en Moscú
El primer ensayo de Soraya fue bastante lamentable. Pero en el segundo mejoró sustancialmente. Ella tiene fuerza. Viene asegurando todas estas últimas semanas que la coreografía está montada para TV. Habrá que esperar al sábado para ver si el juego de la desaparición en el escenario resulta efectista en las pantallas de TV y si tanta pirueta y tanto salto no nos acaba mareando a todos.

La mejor canción (pero que es imposible que gane)
Patricia Kaas interpreta sin ningún género de dudas la canción más impresionante de este Festival. No ganará: canta en francés, está ella sola en el escenario, no hay bailarines haciendo el pino, ni chicas en ropa interior, ni saltos, ni fuegos artificiales,... Pero da igual. Tiene una presencia apabullante sobre el escenario. Y sobre todo, es una de las más grandes cantantes del país vecino que lleva ya vendidos más de 16 millones de discos en todo el mundo.



Las favoritas
El gran favorito en todas las encuestas desde que se hizo pública su canción. Es uno de los pocos participantes que no ha modificado la puesta en escena que incluye a tres bailarines tradicionales noruegos. Alexander Rybak tiene una buena voz, toca bien el piano y tiene gancho. La canción juega perfectamente con los sonidos folk. ¿Lo malo? Demasiado favorita.



Típica canción para este Festival y muy en la línea de ganadoras de anteriores ediciones: chica mona, coreografía de cierto impacto, canción con estribillo pegadizo, sonidos étnicos,...



Sakis Rouvas es uno de los cantantes más conocidos de Grecia. Ya participó en el Festival en el año 2004 con “Shake It”, con la que quedó en tercera posición. “This Is Our Night” tiene fuerza, es pegadiza, tiene un estribillo machacón pero, sobre todo, han logrado un fantástica puesta en escena con una plataforma en la se lucen tanto los bailarines como el chulazo griego.




La apuesta de los países del Este y Balcanes
Este año resulta bastante complicado saber hacia dónde se puede orientar el voto de los países de estas dos regiones y que han sido absolutamente decisivos en las últimas ediciones. No hay ninguna propuesta especialmente relevante. Tal vez, por la puesta en escena, el gato al agua se lo pueda llevar Ucrania y la máquina infernal de la (Anti crisis Girl) Svetlana Loboda.

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