26.8.09

 

Semenya y el sexo

Los Mundiales de Atletismo clausurados el pasado domingo en Berlín se recordaran con cierta seguridad por dos nombres propios: Bolt y Semenya (desgraciadamente nuestros atletas han hecho un concurso bastante discretito). De Bolt poco que comentar. Uno solo desea (y espera) que nos continúe regalando momentos tan mágicos como esos 9.58 en los 100 metros lisos, la prueba mítica del atletismo.

De quien sí se está hablando mucho es de la joven atleta sudafricana Casper Semenya cuya “femineidad” fue puesta en duda y machacada por periodistas y deportistas (incluidos algunos de los medios más progresistas de nuestra tierra). El artículo que más me ha interesado (una vez que ha pasado el calentón y unos y otras se han puesto a pensar y a escribir con un cierto grado de reposo y tranquilidad) ha sido el que ayer publicaban en El País Emilio de Benito y Carlos Arribas. Pese a algunos lapsus sexológicos es el que más merece la pena.

Poner una frontera biológica no es, en general, nada fácil, y el argumento de las ventajas innatas es extremadamente peligroso. "No discriminamos a las mujeres muy altas [que lo son porque tienen una determinada configuración genética] y decimos que no pueden competir porque lo son. Ni discriminamos a los corredores que tienen una elevada prevalencia de fibras rápidas", dice Genel. Este último es el caso de los velocistas negros, por ejemplo, que según todos los estudios parten de una ventaja genética sobre los blancos sin que nadie -todavía- haya planteado hacer dos competiciones diferentes. ¿Cuál es la solución? Para Genel, está claro: "Si han nacido y crecido como mujeres y piensan en sí mismas como mujeres, yo diría que se les debe dejar competir como mujeres".

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