9.7.08

 

"El más triste final de un cuento"



Hacía mucho tiempo que no los escuchaba. De hecho he tenido que rebuscar entre los CDs que están en el salón para dar con ellos. Llevan toda la tarde sonando y los recuerdos no paran de aflorar.

Era Talavera. Era mi último año en la Universidad (luego he seguido estudiando pero nunca he sentido lo que uno experimentó en aquella temporada, y sobre todo ese último curso). El Niño Gusano puso banda sonora a muchos momentos, a muchas sensaciones, a muchas vivencias. Ese piso, ese séptimo (dice mi madre que siempre me gustó vivir en las alturas –tal vez, en las nubes-). Nunca estuvieron entre mis grupos favoritos, pero me acostumbré a ellos. Formaban parte de la cotidianeidad, del día a día. Hace unos años me hice con los tres discos que habían publicado, en un extraño ejercicio de agarrar algo que sabes conscientemente que forma parte del pasado. Supongo (es sólo una suposición) que en alguna parte de mí tenía la creencia que volviendo a escuchar esas melodías podría recuperar algo de lo que ya no tenía.

Cuando hoy leía la noticia del fallecimiento de Sergio Algora, el alma de El Niño Gusano, me acordaba de todos los momentos cantando (en mi caso fatal, en el suyo casi también) “La mujer portuguesa”, “El fabricante de alas de mariposa” o “Pon tu mente al sol”. Recordaba a una de nuestras amigas poniéndole voz a las canciones que él había compuesto “inspirándose” en las letras de Algora. Que extraño se me hace recordar todo esto ahora. Que extraño recorrer las palabras, las comidas, los paseos, las noches juntos, las lágrimas, las horas viendo desde la terraza cómo se construía el edificio por el que ahora paso y no puedo más que acordarme de él. Que extraño que vuelvan a mi mente las imágenes de la última noche escuchando a las Killers Barbies. Que extraño todo lo que pasó después.

Siempre me gustó “El rey ha muerto”:

Se hizo silencio, se hizo silencio y a cada boca yo
concedí un deseo, todos se cumplieron, todos menos el mío.
Incluso parecía que nada podría hacerme mal,
incluso parecía que nada podría hacerme mal,

Tan lento llegó, tan lento llegó para decirme que
no era una perdiz lo que me comí, y era el final del cuento.
Muñecos de nieve vienen a verme, me dan su frío,
se ríen y gritan, es el final del cuento.

Muñecos de nieve vienen a verme, me dan su frío,
se ríen y gritan, es el final del cuento,
pasarás la página y verás que estás preso otra vez
en el más triste final, el más triste final,
el más triste final de un cuento ...

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