31.7.07

 

Más sobre Educación para la Ciudadanía

Cristianismo y Justicia acaba de publicar en formato pdf su cuaderno de septiembre que abordará la Educación para la Ciudadanía a través de las palabras de Joaquín García Roca. Resulta que no todos en la iglesia católica piensan igual que Cañizares (el cardenal, no el portero). Copio algunos párrafos que me han hecho pensar.

El resultado de la EpC no es una guía Michelín de la ciudadanía, sino
que pretende acompañar la aventura de ser para los demás y convivir con ellos.
No consiste en ofrecer caminos trillados en función de las demandas del mercado,
de los requerimientos de las leyes o de las costumbres sociales. La educación
sólo puede señalar el puerto, pero la llegada no depende del educador sino del
esfuerzo colectivo de los tripulantes, incluido el educando. La paradoja de la
educación, que formularon los griegos en su radicalidad, consiste en no dominar
el resultado del proceso educativo, ya que nunca se sabe si la llegada al puerto
será buena para los viajantes.

En tiempos pos-modernos, vincular la
aparición de la ciudadanía a la construcción del espacio público, común y
compartido, es absolutamente contracultural, ya que despliega la condición de
igualdad entre las personas de un determinado lugar, superando diferencias y
particularismos religiosos, étnicos, lingüísticos. Igualdad significa atribuir a
los sujetos una idéntica capacidad jurídica, un idéntico derecho a ser titular
de derechos, y en consecuencia de esta igualdad nace el mutuo reconocimiento: te
reconozco como sujeto en cuanto te reconozco igual a mí en derechos. Los jóvenes
deben aprender a luchar por los derechos y contra los obstáculos que impiden el
reciproco reconocimiento de los sujetos.

Es un conocimiento que se
aleja del paradigma ilustrado para explorar mundos posibles, rutas no navegadas,
alternativas de acción y supera la escisión entre teoría y práctica, el divorcio
entre el amor y el conocimiento, que consagró la modernidad, la polaridad entre
la pasión y la racionalidad, la fractura entre el pensar y el sentir, la
oposición entre objetividad y subjetividad, entre lo abstracto-general y lo
concreto-particular, entre cultura y naturaleza, entre lo público y lo privado.
Nace otro paradigma de la educación basada menos en el dominio que en la
colaboración. Cuando en el mundo de la educación alguien cede su potencia gana
en credibilidad.

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