8.1.08
Toledo, Ally McBeal y él
Toledo siempre me ha parecido una ciudad mágica. Una ciudad extraña. Una ciudad que te entrega momentos y sensaciones que no esperas. Hoy era un día para burocracias varias, para ser simpático con el funcionario de turno y arreglar, de una vez, mi situación administrativa en la Universidad. Pero hoy ha sido, sobretodo, un día de casualidades. Aunque si uno creyese en el destino podría decir que ha sido un día lleno de esas causalidades de las que me hablaba mi querido Enzo hace unos pocos años.
Después de meses sin ningún tipo de noticia. Después de haber desaparecido. Después de un sms con un lo-siento y otro con un se-feliz. Ahí estaba, detrás de esa absurda puerta. Me mira con sorpresa. Dice en voz alta: “Esto solo le puede pasar a Ally McBeal y a mí”.
Y tras las burocracias tratamos de cerrar lo que quedo medio abierto, lo que quedó suspendido y lo que ambos creíamos que iba a quedar así durante mucho tiempo.
Paseando al lado de la Virgen de los Alfileritos recordaba la primera vez que me encontré frente a esa extraña imagen a la que las toledanas introducían a través de un grueso cristal alfileres con cabezas de diferentes colores según fuese el cabello del novio que deseases encontrar. Nunca supe si la estrategia era igualmente válida si era un chico buscando otro chico el que metía las alfileres.
Hoy no he querido probarlo (por si acaso).
Después de meses sin ningún tipo de noticia. Después de haber desaparecido. Después de un sms con un lo-siento y otro con un se-feliz. Ahí estaba, detrás de esa absurda puerta. Me mira con sorpresa. Dice en voz alta: “Esto solo le puede pasar a Ally McBeal y a mí”.
Y tras las burocracias tratamos de cerrar lo que quedo medio abierto, lo que quedó suspendido y lo que ambos creíamos que iba a quedar así durante mucho tiempo.
Paseando al lado de la Virgen de los Alfileritos recordaba la primera vez que me encontré frente a esa extraña imagen a la que las toledanas introducían a través de un grueso cristal alfileres con cabezas de diferentes colores según fuese el cabello del novio que deseases encontrar. Nunca supe si la estrategia era igualmente válida si era un chico buscando otro chico el que metía las alfileres.
Hoy no he querido probarlo (por si acaso).
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